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La Ciudad
INUNDACIONES
EN LA CIUDAD
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Olavarría
es una ciudad que ha perdido muchas de sus fotos antiguas. Las
inundaciones de 1980 y 1985 se llevaron el album de imagenes,
la historia de muchas familias.
Cada vez que se abaten sobre el
casco urbano precipitaciones pluviales intensas, los olavarrienses
resucitan antiguos miedos, habida cuenta la cuestión del
riesgo permanente de
inundaciones aluvionales en que se encuentra Olavarría.
No por ser historia reciente y
conocida resulta innecesario recordar cómo se sucedieron
los acontecimientos. Luego de la gran crecida de 1919 y de otros
desbordes de menor magnitud
que se produjeron en sucesivas oportunidades -el de 1955 fue importante-
en 1980 el arroyo Tapalqué prácticamente arrasó
la planta urbana y, luego de tres días en los que los ruidos
de la ciudad fueron reemplazados por un silencio en el que lo
único que se escuchaba era el canturreo del agua que pasaba
por las calles, un manto de lodo se extendió por todas
las zonas afectadas por la crecida y a las que alcanzó
la inundación.
Calles en las que hubo más
de tres metros de profundidad de agua, automóviles que
quedaron sepultados y que quedaron aplastados bajo las ruedas
de las máquinas que las canteras aportaron para evacuar
personas y ayudar en la emergencia, fueron -junto con
vidrieras destrozadas y comercios en los que no quedó nada-
la imagen más patética de ``la inundación
del 80''.
La reiteración de estos
hechos -aunque con menor intensidad y con daños minimizados-
cinco años después, llevó a la autoridad
municipal a adoptar la decisión de realizar importantes
inversiones en la cuenca del arroyo y a establecer un plan de
obras que
minimizara los riesgos a los que se ve expuesta nuestra ciudad
por el hecho de estar ubicada a la vera de este curso hídrico.
La filosofía de esos trabajos
era la de retener aguas arriba, y facilitar el drenaje aguas abajo.
Mucho se hizo y los resultados permiten asegurar que la velocidad
con la que el agua que ingresa a los límites del ejido
sale de la ciudad es notablemente superior a la que podía
determinarse en 1908 y en 1985.
Hoy, la esperanza es confiar en
que aquellas imágenes que han quedado grabadas en la retina
de muchos olavarrienses ya pertenecen a un pasado que no se repetirá,
aunque en octubre de 1998 el arroyo se encontraba casi al límite
de su capacidad de portación de agua. En esa oportunidad
resistió, pero en caso de que las lluvias se hubieran prolongado
en el tiempo en milimetrajes similares o hubieran concentrado
en igual lapso mayores
cantidades de agua, muy probablemente el arroyo habría
desbordado.
Está bien lo que se ha realizado.
Los hechos demuestran que la estrategia adoptada es la correcta
y que los trabajos que se han encarado han dado buena respuesta.
Pero cada crecida es un oportuno llamado de atención para
las autoridades responsables del área hidráulica,
en el sentido de que es preciso hacer más, continuar con
el mantenimiento y encarar nuevas obras que den seguridades adicionales
para evitar lo que pudiera suceder en un futuro indeterminado.
si Ud. tiene alguna historia que contar acerca de las inundaciones,
envíela a info@olavarria.com
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